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La espiritualidad está lejos de lo que en muchas oportunidades se ha dicho que es, se ha dicho que la espiritualidad es apartarse del mundo, apartarse de la realidad, de este modo evitar una responsabilidad, es decir llamado a desconocer el contexto de lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto es incorrecto.
La espiritualidad, es un acercamiento hacia el mundo circundante, es el compromiso de tomar decisiones que afectan la sociedad, y se hace para cambiar. Una espiritualidad, no significa orar más tiempo, no es asistir con más frecuencia a los cultos, no consiste en leer la biblia más que otras personas, no es experimentar experiencia místicas o extáticas, se puede vivir todo lo anterior, sin embargo no se espiritual. Nuestra forma de vivir, es lo que realmente determina la verdadera espiritualidad, en nuestras relaciones personales e interpersonales, en la relación con el entorno y no olvidemos, en la relación con la naturaleza
San Pablo explica a los Corintios que no hay una única espiritualidad, dice que existen varias maneras de vivir la espiritualidad (1° Cor. 12:5-6). Entonces una verdadera espiritualidad es vivir el amor de tal manera que la presencia de Dios esté presente en todas las áreas de la vida, en 1° Cor. 13:13 se deja ver claramente. Nuestro estilo de vida es reflejo de cómo estamos viviendo la espiritualidad, es decir el cómo nos relacionamos con los demás. Dejemos que el espíritu nos guíe. (Gálatas 5:26).
Luego una vida en comunidad fomenta la espiritualidad, y esto es posible por la acción del espíritu santo; él nos hace un solo cuerpo en Cristo. Se puede pensar que la vida en comunidad, es vivir una vida de relaciones; por lo menos existen cuatro aspectos que traslapan la vida en comunidad: Dios, Nosotros/as, Comunidad y naturaleza.